31 de marzo de 2015

El fovismo

El fovismo fue el primer movimiento artístico importante del siglo XX. Surgió en París como una manifestación agresiva de la pintura y, pese a su corta existencia, resultó imprescindible para la evolución del arte moderno.

Su nombre se debe al crítico Louis Vauxcelles quien calificó como “jaula de fieras” (fauves) a la sala del salón de Otoño de 1905 en la que se encontraban los pintores más desmedidos. Entre estos pintores se encontraban Maurice de Vlaminck, André Derain y Henri Matisse. Después, se incorporaron también Albert Marquet, Raoul Dufy y Kees van Dongen.

  
¿Cómo trabajaban los fovistas?
Realizaban composiciones en un plano único
Desapareció la profundidad
Utilizaban tonos puros y sin relación con la realidad
No representaban el espacio utilizando la técnica del claroscuro y tampoco buscaban la forma a través de la luz o la sombra
Empleaban pinceladas amplias y rudas y  manchas de color planas
La realidad se simplificaba al máximo y, a través de él, se buscaba la fuerza emocional
El color era el absoluto protagonista
Utilizaban una temática tradicional: interiores, paisajes, retratos, naturalezas muertas…
Pero el uso del color era provocador: árboles rojos, rostros a rallas…
Las líneas se realizaban en trazos gruesos y nítidos
Para delimitar el objeto entre el colorido


Henri Matisse (Le Cateu-Cambrésis, 1869 – Niza, 1954)



Henri Matisse

Aunque estudió derecho, Matisse pronto comenzó a dedicarse a la pintura. Acudió a la Académie Julian, la École des Beaux-Arts y al taller de Moreau.

Inicialmente, utilizó un estilo tradicional que, rápidamente, tendió al impresionismo influenciado por Pissarro.

El tejedor bretón, 1896
El estilo tradicional en Matisse


Sin embargo, su carácter de comunicador se regularizó a través del fovismo. En su obra utilizó el cromatismo para la elaboración de de formas simples. Además, le concedió una gran importancia al arabesco y al ritmo.

Lujo, calma y voluptuosidad, 1907
Matisse


Odalisca con le magnolie
Matisse
Viviendo ya en Niza, confeccionó algunas de sus mejores obras, como las Odaliscas. Después de viajar por el continente europeo y por Tahití, se centró en simplificar aún más las formas y en expresar, a través de ellas, la alegría por vivir.  

Odalisca sentada
Matisse









Más tarde, enfatizó de forma más insistente el color y sintetizó todavía más las formas.




Realizó una gran diversidad de dibujos a pluma, con el trazo muy puro, y numerosas ilustraciones. Su obra grabada contiene más de 500 piezas, entre las que se distinguen planchas de madera, litografías y aguafuertes.


Matisse como grabador
   



Fuente: Ciencias Humanas (Arte y música). Larousse.

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