El futurismo

Se trata de un movimiento artístico y literario fundado en Italia a principios del siglo XX, que se basaba en el rechazo del academicismo y en la expresión del dinamismo de la vida moderna. Fue fundado en París en 1909 por el poeta italiano Marinetti. Eminentemente pictórico y escultórico, tuvo en Giacomo Balla, Carlo Carrá, Gino Severini, Luigi Russollo y Umberto Boccioni sus figuras más estacadas. Se lo relaciona con el cubismo en algunos aspectos (descomposición de planos y de volúmenes) y estudia sobre todo el movimiento. En el Manifiesto del futurismo, Marinetti exponía un apología de la violencia, del progreso y de la tecnología. Es decir, propugnaba la denominada higiene de la civilización que, en cierta manera, anticipó la política fascista posterior. El futurismo tenía que ser un movimiento iconoclasta, representativo de la modernidad, el dinamismo y la exaltación de la velocidad y la máquina. Tenía que expresar estos conceptos, rompiendo con las normas del pasado impuestas por las academias.

La técnica que utilizaron para poner en práctica todo lo que propugnaba su manifiesto fue la de introducir el concepto de simultaneísmo, recogido con una técnica puntillista donde la repetición de imágenes superpuestas y de cambios cromáticos aumentaba la sensación de dinamismo de los coches, las calles y las figuras. Los máximos exponentes de la pintura futurista fueron Umberto Boccioni (La ciudad se despierta), Giacomo Balla (Automatismo+velocidad+luz, Automóvil y ruido) y Carlo Carrá (El funeral del anarquista Galli, Simultaneidad, La niña que corre por el balcón, Lo que me dijo el tranvía).

La ciudad se despierta- Boccioni

La niña que corre por el balcón-Carrá

Este movimiento, fundamentalmente teórico, no encontró muchos seguidores y dejó, como herencia casi única, la sensibilidad por ciertos objetos típicos de nuestro tiempo -las máquinas- y por una dimensión de la vida moderna: la velocidad.

Umberto Boccioni fue el más importante teórico del futurismo. Junto con Marinetti, BAlla y Severini, redactó en 1910 el Manifiesto de los pintores futuristas y en 1912 el Manifiesto de la escultura futurista. Intentó expresar en sus lienzos (Elasticidad, 1912) y en sus esculturas, hechas de diferentes materiales, la síntesis de sensaciones y de movmientos en la sucesión dinámica. Su temprana muerte le impidió profundizar en sus investigaciones.