“La educación no debe ser un sencillo compendio de datos sin valores,
una transmisión de ideas sin emociones…”
Su labor
es formar seres humanos y hacerlo de la mejor manera posible porque, de esa
formación, me atrevo a decir, dependerán el futuro de una sociedad y del mundo.
La
educación, por tanto, debe modificarse, debe perfeccionarse, debe estar
preparada para crear generaciones futuras capaces de pensar, de reflexionar, de
decidir, de actuar, de formarse opiniones libres, humildes y responsables.
El
papel fundamental de la escuela no es llevar a rajatabla el temario de lengua,
el de matemáticas o el de ciencias, sino el de la misma vida. La escuela debe
educar a los niños con unos valores éticos, morales y humanos que les enseñen a
vivir. Los niños deben aprender de tal forma que, aquello que aprendan, les sirva
para responder a su realidad. El niño debe apreciar la importancia que tiene
ser capaz de hacer todo esto a lo largo de toda su vida.
Los educadores debemos abordar la existencia de
algunos temas transversales que van más allá del proceso habitual de
enseñanza-aprendizaje, transmitiendo enseñanzas que permitan considerar la
realidad por encima de lo meramente tangible. De este modo, al avivar un
aprendizaje que posibilite el diálogo, la reflexión y el cuestionamiento y que
a la vez abarque un proceso continuo de socialización, ayudaremos a nuestros
niños a formarse como personas, como seres humanos íntegros y empáticos.
La
finalidad de la educación es que la persona aprenda a pensar sobre temas
sociomorales, es decir, que desarrolle formas de pensamiento cada vez mejores
en el marco de los conflictos de valor. Pero también, que esa persona aprenda a
aplicar esta capacidad de juicio en su historia personal y colectiva para
mejorarla y que supere ese nivel de razonamiento para ser capaz de realizar lo
que piensa a partir de su propia conducta.
Por lo
tanto, la educación debe embarcarse en una aventura que exige romper los moldes
tradicionales. Así, partiendo de los tres grandes valores (paz, libertad y
democracia), que necesariamente deben ser transmitidos a los niños en la
escuela para hacer posible el ejercicio de un mundo mejor, podemos derivar
otros muchos valores y actitudes. Y diferencio entre valores y actitudes porque
el concepto de valor es mucho más amplio
que el de actitud, ya que sobre un mismo valor se fundamentan varias actitudes
más específicas.
Para
vivir en sociedad es necesario respetar las normas de convivencia que nos
permiten construir un universo compartido con las personas que nos rodean. Esas
normas se construyen desde una cultura compartida y varían de unos lugares a
otros dependiendo de los valores de cada sociedad.
Los
valores se refieren a cualidades que poseen ciertos objetos o determinadas
acciones, gracias a las cuales son consideradas preferibles o más acordes con
nuestros principios morales. Suelen ser socialmente compartidos, aunque también
pueden ser individuales y que una persona aprecie positivamente cosas que para
el resto de ciudadanos carezcan de valor. Los valores morales determinan las
normas de conducta que indican cómo nos debemos comportar ante diferentes
situaciones.
Las
actitudes son la traducción de nuestros valores a la acción. Seguir unas normas
morales basadas en nuestros valores es una manifestación de responsabilidad con
nuestros propios actos y de una actitud de respeto en nuestras relaciones con
los demás.
Entonces
la escuela, teniendo en cuenta que cada niño arrastra un código moral propio
dado por sus experiencias personales, su cultura, sus costumbres, su familia…
debe transmitir esas actitudes y valores morales que enseñan al niño a vivir,
pero también a convivir con los demás. Valores y actitudes como: paz, libertad, tolerancia, solidaridad,
respeto, responsabilidad, compromiso, honestidad, humildad, esfuerzo, nobleza,
amor, hospitalidad…
No obstante, no debe convertirse únicamente en un
hábito el enseñar a los niños los valores por los que deben regir sus vidas. Actualmente,
las palabras que los simbolizan se colocan en las aulas formando parte de una
gran diversidad de composiciones: en los pétalos de una flor hecha con globos,
en sombreros de cartulina, en manos de papel… Pero, ¿estamos seguros de que los
niños realmente saben que significa cada uno de ellos?
Es imprescindible que un niño pueda percibir las
diferencias que existen entre un valor y su opuesto. Un niño no podrá reconocer
nunca qué es la paz si siempre vive entre guerras, tampoco sabrá que es la
solidaridad si no ve el egoísmo…
Por este motivo, hemos querido llegar mucho más
lejos. La asignatura de expresión plástica nos ha ofrecido la posibilidad de
llevar a cabo un proyecto que para nosotras es muy importante. Con él, no
enseñamos a los niños directamente los valores,
sino que les mostramos la cara oculta de la moneda, aquella cara que
algunos pueden estar viviendo en sus casas, sumisos a ella. Les hemos invitado a evitar este tipo de
situaciones, a pedir ayuda si las han visto, a ser personas íntegras y
valientes. Les hemos enseñado qué es la violencia de género.
Pero no
se trata de llegar y decir: “Niños, hoy vamos a aprender a luchar contra la
violencia de género”. No, porque el niño debe reflexionar, porque aprendemos a ser personas a medida que
nos vamos comprometiendo a vivir libres de discriminación. El aprendizaje se
produce en la medida en que uno vive.
Por lo
tanto, los alumnos deben entender que no discriminar y no maltratar significa
reconocer la dignidad intransferible de cada persona y ser capaz de resolver
los conflictos que surgen, inevitablemente como consecuencia de la convivencia,
a través del diálogo y nunca utilizando la violencia.
A pesar
aumento de sociedades democráticas más o menos consolidadas; el problema de la violencia
de género sigue siendo una gran amenaza, pues nos encontramos muchas actitudes
de este tipo y, en algunos casos, verdaderos comportamientos inhumanos que van
desde los insultos hasta la muerte.
Ser un
maltratador es tener una actitud inhumana e inmoral, estas personas arrancan al
otro su libertad sin darse cuenta de que, al mismo tiempo, se está robando a sí
mismo la posibilidad de enriquecerse de la verdad del otro; marca las
relaciones a partir de la desigualdad, el machismo, la prepotencia, la
imposición, la descalificación o el desprecio; y, como consecuencia, hace
imposible la convivencia humana. Desgraciadamente, en muchas ocasiones, el grado de violencia es tan alto, que
compromete la paz entre los humanos y
puede acabar con la vida de muchas personas.
La
educación debe tener un fin, un propósito, debe responder a un “para qué”,
debemos entonces preguntarnos en qué hemos fallado, qué estamos haciendo
mal para que en el mundo siga existiendo
un grado de crueldad tan elevado que sea capaz de poner fin a la vida de tantos
seres humanos.
Pues
bien, la respuesta es que a pesar de todo, nuestra sociedad no nos educa para
el respeto, no nos educa para el diálogo, para el compromiso, para la
solidaridad y para la resolución de conflictos de forma pacífica. Por el
contrario, existe una alta competitividad, agresividad, violencia, barbarie,
guerra, egoísmo, asesinatos, machismo… Se centra en lo superficial y no enseña
ni valora lo verdaderamente importante.
La
educación tiene el deber de construir un mundo comprometido con los derechos
humanos, con la libertad y la justicia; un mundo al que las diferentes
tradiciones religiosas y culturales no deben impedirle luchar para oponerse a
todas las formas de inhumanidad y por tanto dirigir todo su esfuerzo en obrar
por una mayor humanidad.
La escuela
debe educar porque, ante un mundo que no es perfecto y que es más cruel porque
la violencia, la muerte y la intolerancia lo han hecho así; las actitudes no
violentas permiten afrontar los problemas con un espíritu de progreso, de
apertura y paz.
De
manera que para educar a los niños se debe partir de crear espacios de diálogo
y cooperación, de promover una cultura de paz y solidaridad, y de luchar contra
el machismo, el maltrato y la humillación.
Por
todos estos motivos hemos decidió enseñar a los niños la violencia de género,
quizá desde su cara más optimista (si es que puede tener alguna). Cómo lo hemos
hecho lo veremos próximamente.
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